En la segunda mitad del siglo XX, los avances sociales, especialmente en los ámbitos tecnológicos y médicos, cambiaron la manera en que viven los seres humanos. Los sectores demográficos empezaron a experimentar grandes transformaciones debido a la reducción de la tasa de mortalidad infantil y el crecimiento de la expectativa de vida (Saad 240). Como consecuencia, ha emergido una nueva época de vida, que se llama la edad de adulta emergente, que es caracterizada por la exploración y construcción de la identidad y creencias personales (Smith y Snell 6). Las nuevas estructuras sociales alrededor del mundo han requerido que los gobiernos provean los recursos y servicios que necesitan todos sus ciudadanos, aunque las poblaciones han aumentado continuamente y por eso, han demandado más provisiones. Cuando los sistemas gubernamentales no pueden sustentar esta magnitud de gente y la nueva manera de vivir, los ciudadanos se ponen insatisfechos y responden con marchas, manifestaciones y campañas–o en otras palabras, el activismo (“Juventud ” 33). Al mismo tiempo que cambiaron las estructuras sociales nacionales, el mundo afrontó la llegada de la Internet y luego una multitud de tecnologías virtuales ( The History 1). Como resultado, las nuevas generaciones, particularmente la generación milenio, han crecido con la tecnología, que se ha convertido en una parte esencial de la vida moderna. Por eso, los milenios que han afrontado injusticias sociales han utilizado diferentes medios tecnológicos, específicamente los medios sociales, para ayudarles a planificar y organizar sus movimientos sociales