A partir de un análisis de las sospechas supuestas en las preguntas acerca del carácter colonial, heteropatriarcal, racista y capitalista, no sólo de la serie de violencias que se han articulado históricamente en Colombia, sino también en los esfuerzos que se han adelantado hasta ahora en su pacificación, me propongo contribuir a la reflexión sobre la relación entre feminismo y educación desde un ejercicio cartográfico de saberes y prácticas educativas para la paz. Esta apuesta no sólo permite ver la matriz heteropatriarcal en la operación de las violencias en nuestro contexto, sino adicionalmente, se propone constituir lazos que puedan construir otras paces, unas paces con minúscula, más plurales, que sean capaces de cuestionar los contextos concretos, promover las luchas situadas y las solidaridades pertinentes