Las intervenciones de Rafael Azcona como guionista recorren medio siglo de cine español dejando una huella ostensible. De la totalidad de las películas cuyo guión le pertenece, un grupo -que representa a la vez los comienzos del autor en el medio cinematográfico- conforma un corpus con características específicas; se trata de El pisito (Ferreri, 1958), El cochecito (Ferreri, 1960), Plácido (García Berlanga, 1961) y El verdugo (García Berlanga, 1963). Es en estos filmes que aparecen y se asientan algunos de los rasgos distintivos de la poética de Rafael Azcona guionista, como resultan, por ejemplo, la aparición del hombre común como protagonista y "héroe" de los avatares cotidianos, el humor y la sutil ironía en el planteo del conflicto, la elaboración de diálogos que exceden la mera función informativa. En el caso de las películas citadas, y en un contexto cinematográfico mundial en el que los nuevos movimientos buscan desarrollar una producción alterna al preeminente modelo hollywoodense, estos rasgos aparecen en función de retratar los vicios y los padecimientos de una sociedad española que, bajo un régimen dictatorial, transita los últimos años 50 para entrar de lleno en la convulsionada década del 60.Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literari