Reprint of: The dark side of the moon : global challenges in the distribution of vaccines and implementation of vaccination plans against COVID-19

Abstract

Simultáneamente con el inicio de la pandemia, la búsqueda de vacunas efectivas comenzó y se desarrolló con gran éxito, y las campañas de vacunación masiva comenzaron a fines de 2020. En el primer trimestre de 2021, países como Israel, el Reino Unido y los Estados Unidos avanzaron a gran ritmo en los programas de vacunación, mientras que otros países, principalmente en el hemisferio sur, recién comenzaban. A principios de abril, 30 países no habían recibido una sola dosis y solo el 0,57 % de la población africana estaba vacunada [1]. El retraso en la introducción de nuevas estrategias de inmunización entre países no es nuevo. Por ejemplo, en 2016, solo el 14 % de los países de ingresos bajos y medios (PIMB) habían introducido la vacuna contra el VPH en sus planes nacionales de inmunización, mientras que el 55 % de los países de ingresos altos (PIA) ya lo habían hecho [2]. De hecho, algunas vacunas se introdujeron en los LMIC años más tarde que en los HIC [3] . A pesar de los desafíos que plantea el impacto desigual y la larga duración de la pandemia, la introducción de una vacuna para la prevención de la COVID-19 ha despertado sentimientos de esperanza en la población mundial. En este contexto, nació el acuerdo Vaccine Global Access (COVAX) como una iniciativa para asegurar la distribución global equitativa de vacunas [4] . Pero aún con este mecanismo, existen múltiples riesgos por la administración desigual de las vacunas, por lo que el mayor desafío ahora será cerrar las brechas y mitigar las inequidades en el acceso a la salud que se han presentado [ 3 , 5 , 6 ].Q1Concomitantly with the start of the pandemic, the pursuit of effective vaccines began and developed with great success, and mass vaccination campaigns commenced by the end of 2020. The first quarter of 2021 saw countries such as Israel, the United Kingdom and the United States advancing at great pace in the vaccination programs, while other countries, mainly in the southern hemisphere, were just starting. By the beginning of April, 30 countries had not received a single dose and only 0.57% of the African population was vaccinated [1]. The lag in the introduction of new immunization strategies between countries is not new. For example, in 2016, only 14% of the low- and middle-income countries (LMICs) had introduced the HPV vaccine in their national immunization plans, while 55% of high-income countries (HICs) had done so already [2]. Indeed, some vaccines have been introduced in LMICs years later than in HICs [3]. Despite the challenges posed by the unequal impact and the long duration of the pandemic, the introduction of a vaccine for the prevention of COVID-19 has awakened feelings of hope in the global population. In this context, the Vaccine Global Access (COVAX) agreement was born as an initiative to ensure equitable global distribution of vaccines [4]. But even with this mechanism, there are multiple risks for unequal administration of the vaccines, so the greatest challenge now will be closing the gaps and mitigating the inequities in access to healthcare that have arisen [3,5,6].Revista Internacional - Indexad

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