Estudios recientes de índole empírica han demostrado el importante
papel que las afecciones empáticas estarían llamadas a jugar en la moralidad,
fundamentalmente en la órbita de los denominados ‘juicios morales’. Defi nida
como “una reacción afectiva más adecuada a la situación de otro que a la propia”
(Hoffman), lo que la empatía desarrollaría en nosotros, los seres humanos,
es una capacidad imaginativa para ponernos en zapatos ajenos tomando en
consideración aquellos aspectos inadvertidos de la vida de los otros que podrían
resultar sumamente relevantes al momento de juzgar sus acciones, actitudes
o rasgos del carácter desde un punto de vista imparcial. En sus Conferencias
sobre la fi losofía política de Kant, Hannah Arendt, advertida sobre el increíble
potencial contenido en las capacidades imaginativa y refl exiva tal como habían
sido exploradas en La crítica del juicio, esto es, como cuestiones que suscitaban
un interés eminentemente estético, realizó un intento de re-apropiarse del
signifi cado de estas nociones situándolas en el terreno práctico (tanto político
como moral). Sin embargo, a diferencia de aquellos estudios empíricos que en
años recientes vinieron a rescatar la refl exividad y la imaginación, H. Arendt
rechazó la empatía. El objetivo que me he propuesto en el presente trabajo, pues,
consistirá en explorar los motivos que pudieron haberla inducido a efectuar
este rechazo, tarea que llevaré adelante no sin antes reconstruir críticamente su pensamiento de forma tal que lleguen a exhibirse cuáles serían los prejuicios
teóricos y epistemológicos de mayor o menor envergadura que le habrían
impedido adoptar una perspectiva [email protected] studies of an empirical nature have demonstrated the important
role that empathetic affections are called upon to play in the moral fi eld, primarily
in the orbit of the so-called ‘moral judgments.’ Defi ned as “an affective response
more appropriate to someone else’s situation than to one’s own situation”
(Hoffman), what empathy develops in human beings is an imaginative ability
to put ourselves in other person’s shoes by taking into account those unnoticed
aspects of their lives that could be very relevant when judging their actions,
attitudes or traits of character from an impartial point of view. In her Lectures
on Kant’s Political Philosophy, Hannah Arendt, aware of the incredible potential
enclosed in the imaginative and refl ective abilities such as were explored in
The Critique of Judgement, that is, as issues that demanded a purely aesthetic
concern, made an attempt to re-appropriate the meaning of these notions by
situating them in the practical (both political and moral) territory. However,
unlike those empirical studies that in recent years came to rescue refl exivity
and imagination, H. Arendt rejected empathy. Therefore, my main focus in this
paper will be to explore the reasons that might have led her to this rejection, a
task that I will not carry out without critically rebuilding her thought in such
a manner that all the theoretical as well as the epistemological prejudices she
had fi nally become visible. At the same time, I will try to show how a different
perspective must have been, even for her, perfectly available