Adoquines y anclas El hambre de saber y los saberes del hambre

Abstract

El aire acondicionado del aeropuerto de Río de Janeiro parecía programado por el responsable del calentamiento global. Por momentos, me sentía como un expedicionario en la Antártida. Por otros, como un Legionario de Cristo atravesando el Sahara. Se trata de un irreparable defecto en el termostato, sentenció resignado un señor de baja estatura, en cuyo cuello regordete los surcos de transpiración formaban caprichosas estalactitas..

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