La semilla de chía constituye la fuente vegetal más rica en ácidos grasos ω-3. Si bien una mayor proporción de
estos ácidos grasos resulta favorable desde el punto de vista nutricional y de la salud, se traduce en un aceite
con menor estabilidad oxidativa. Con el fin de prolongar su vida útil, una estrategia para la industria aceitera es
el desarrollo de blends con aceites con una composición lipídica más estable