Actualmente, todo dispositivo móvil dispone de un sistema empotrado cuyo diseño ha evolucionado en los últimos años, adaptando sus características a las necesidades de los usuarios. Sin embargo, este tipo de dispositivos tiene como fuente de alimentación una batería cuya capacidad esté limitada por restricciones de diseño como el tamaño y el peso del dispositivo en que se incluye.Por otra parte, los dispositivos móviles actuales ejecutan frecuentemente aplicaciones multimedia que, generalmente, requieren elevadas prestaciones en cuanto a rendimiento del dispositivo, provocando un alto consumo de energía. En este contexto, la degradación de los dispositivos debida al uso intensivo, los problemas térmicos y el alto consumo de energía afectan a los sistemas y pueden provocar daños irreversible en los dispositivos..