La recuperación inicial de la economía mexicana que se advertía desde mediados de 1984, se encuentra seriamente amenazada en el ámbito externo por la imposibilidad que la baja de la renta petrolera representa para financiar un volumen de importaciones de expansión lo suficientemente amplio para reactivar la producción agrícola e industrial a niveles mayores a los registrados en 1981, año inicial de la depresión