research

Una política eficiente para mejorar la eficiencia energético-ambiental del transporte.

Abstract

Una de las preocupaciones de la política de transportes es lograr una reducción sustantiva de las emisiones de C02 y de contaminantes atmosféricos. La eficiencia energética del sector ha crecido claramente: la carretera ha reducido sus consumos unitarios un 40% para mercancías y un 8% para viajeros; el ferrocarril mejoró un 29% en viajeros y empeoró un 5% en mercancías, etc. Pero, los crecimientos de la demanda han sido muy elevados en el último decenio: 80% en viajeros y un 60% mercancías, lo que explica el crecimiento de GEI del sector y la no reducción significativa de emisiones. Sin embargo, los diferentes medios de transporte tienen una muy diversa responsabilidad en el global de emisiones, por lo que no está justificada, al menos desde el punto de vista de la reducción de emisiones, la política del Libro Verde del Transporte de 2001 de la UE, presentando la transferencia modal carretera-ferrocarril, como clave de la mejora energética y ambiental. Los medios públicos de transporte de viajeros tienen una eficiencia similar a los ferroviarios; siendo el coche particular el que hace cambiar la proporción. Similarmente, en el transporte de mercancías el camión presenta eficiencias similares al tren, siendo las furgonetas las que desequilibran el sector con emisiones unitarias muy superiores. Por tanto, no hay un modo más ineficiente, sino medios ineficientes, incluso dentro del mismo modo. Por lo tanto, la política del sector debería establecer medidas para reducir el uso de los vehículos de carga pequeños y del coche particular. Por el contrario, desde el punto de vista de la eficiencia energético-ambiental no están justificadas las medidas para reducir el transporte por carretera en su conjunto. Esto supone un cambio en las estadísticas que suelen dar resultados por modos, agrupando todos los medios -eficientes e ineficientes- en un mismo dato agregado. La mejora de la eficiencia energético-ambiental debe llevarnos a cambiar el paradigma de culpabilizar a la carretera, por la de culpabilizar a los vehículos pequeños y poco eficientes y la baja ocupación

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