Tradicionalmente, los tesauros han sido una de las formas más extendidas para la organización y formalización del conocimiento. Estos, a través de su vocabulario controlado y relaciones, resultan destacados instrumentos para la organización y gestión del conocimiento de un área específica. La importancia de estas formas de organización originó tres estándares para llevar a cabo un proceso de construcción normalizado.
El surgimiento de la Web Semántica permite que los datos sean compartidos y reutilizados a través de diferentes aplicaciones y comunidades. Este hecho conlleva un replanteamiento de las formas de organización del conocimiento y, por tanto, un cambio de estrategia. Estos cambios están vinculados a la necesidad de especificar de manera formal y explícita la semántica asociada a la información de una manera más eficiente que la realizada hasta el momento por los tesauros. Ante esta situación, el uso y desarrollo de ontologías se manifiesta como la mejor forma de especificar la semántica según lo requiere la Web Semántica. Esto está motivando que el proceso de reingeniería y/o la migración de los tesauros tradicionales a ontologías se esté convirtiendo en una tendencia actual