Al iniciar el estudioso el análisis de la arquitectura española de la segunda mitad del siglo XVIII se enfrenta con tres opciones interpretativas claramente diferenciadas: por una parte, y siguiendo los criterios lanzados por Bottineau (1), se plantea cuál fue la influencia real de aquellos artistas franceses que llegaron a la Corte de los Borbones port"ando un inicial clasicismo y planteando la posible continuidad con Perrault y la Academia Francesa; frente a ellos elproblema se centra en ver en qué medida su aportación pudo-ser punto de origen de los esquemas desarrollados en la segunda mitad del siglo. Por otra parte, el panorama abierto por Kubler (2) insinúa cómo los arquitectos de la segunda mitad fueron solos continuadores de un 140 hacer barroco sin que, en ningún caso, exista la posibilidad de identificar sus problemas con los que surgen en el mismo momento en Europa; por último la tercera alternativa, aquella que la historiografía española siempre aceptó de mejor grado, define cómo la arquitectura de la razón en España se debió sólo a la actuación de un núcleo de :utistas italianos llegados a trabarar en las obras de Palacio y cuya proyección se manifiesta en la Academia de San Fernando, concebida como continuación de la llamada escuela de Palacio