Universidad de Sevilla. Departamento de Teoría Económica y Economía Política
Abstract
Los poderes públicos manifiestan una preocupación permanente por el fomento de la
inversión y el empleo. En el ámbito fiscal, esa preocupación se plasma en la concesión de
incentivos que, no obstante su dudosa eficacia, se multiplican en las legislaciones de los distintos
países bajo formas diversas: amortizaciones aceleradas, deducciones en las cuotas tributarias,
creación de reservas especiales, etc. Llamativamente, desde 1993 estamos asistiendo en nuestro país a una proliferación de
estos incentivos. E n determinados supuestos, un empresario sujeto al Impuesto sobre Sociedades
puede elegir entre tres regímenes diferentes de tributación de sus inversiones, alternativos al
sistema general, que incorpora una deducción en la cuota del Impuesto del 5 por 100 de la
inversión realizada. [...] La pregunta es inmediata: ¿existe alguna lógica en la introducción sucesiva de estos
incentivos, de forma que cada uno de ellos es más beneficioso para el empresario que el anterior
o, por el contrario, cabe que un incentivo posterior sea menos recomendable que otro previo?.
Dicho de otra forma, más concreta: una sociedad de nueva creación, que reúna los requisitos para
que le sea aplicable el régimen de "vacaciones fiscales" ¿debe acogerse a este sistema o le es más
ventajoso aplicar alguno de los sistemas alternativos?.
En este trabajo pretendemos dar respuesta a estos interrogantes. Para ello, compararemos
los cuatro sistemas de incentivos expuestos utilizando la metodología de King-Fullerton de
cuantificación del coste del capital. Como es sabido, el coste del capital es el rendimiento antes
de impuestos que una empresa debe obtener de una inversión marginal para entregar al prestador
de los fondos con que se ha financiado una remuneración equivalente al tipo de interés real de
mercado. Lógicamente, el mejor sistema de incentivos será aquel que requiera un menor coste
del capital