El intento de establecer un impuesto único sobre la sal que sustituyese al obsoleto sistema de los millones fue una de las más importantes apuestas fiscales de Olivares. Pretendía el valido simplificar el cobro, obtener una mayor recaudación y al mismo tiempo aliviar a los vednos. Supuestos que se mostraron, sobre todo el último, falsos. En el territorio que ocupaba el partido de las salinas de Badajoz, las previsiones recaudatorias superaban de forma considerable lo que hasta entonces se obtenía, pero también lo hacían las cantidades que los vecinos estaban obligados a aportar al tener que acopiarse de más sal de la que consumían. La resistencia a adquirirla se convirtió en el modo habitual de protesta no violenta. La oposición de las oligarquías locales de las principales ciudades del partido, que por medios legales trataron de retrasar e impedir la aplicación del impuesto, contraviniendo las Reales órdenes, fue la otra vía que condujo, finalmente, al fracaso de esta iniciativa