La participación activa del profesorado en el proceso de enseñanza-aprendizaje constituye uno de los
pilares sobre los que se sustentan los nuevos planes de estudio, lo cual exige el análisis del proceso de
formación del alumnado. En este sentido, la filosofía Lean, originaria de Toyota, constituye una
herramienta que permite a las instituciones determinar si responden de manera adecuada a las
necesidades y expectativas de aquellos a los que se dirigen.
Así, la enseñanza, entendida como proceso, tendrá un mayor rendimiento cuanto mayor sea el
resultado en comparación con los recursos empleados. Bajo este enfoque, mejorar la eficiencia del
proceso formativo significará reducir la necesidad de un determinado recurso para conseguir el
resultado necesario. Esto es, que los discentes adquieran las competencias que fija la memoria de título
para cada una de las materias que compone el grado. El exceso en el consumo de recursos se considera
desperdicio.
El objetivo, por tanto, del pensamiento Lean aplicado a la formación superior consiste en identificar y
eliminar todo aquello que no añada valor al proceso: las fuentes de desperdicio.
Las etapas en las que se estructuró el análisis fueron cuatro: identificar lo que los estudiantes esperan
del proceso formativo en las asignaturas de Ingeniería Térmica y Máquinas de Fluidos del Grado en
Ingeniería Mecánica, calcular el valor de la formación, identificar todos los pasos del proceso y, por
último, utilizar técnicas Lean para generar soluciones y mejorar el rendimiento futuro del proceso. Se
identificaron cuatro categorías de desperdicio: personas, procesos, información y activos