El
directivo español emerge de unas
estructuras fuertemente ancladas en
esquemas organizativos burocráticos,
con un peso relativamente bajo de la
capacidad de liderazgo. No obstante, los
valores y actitudes de los directivos
españoles van evolucionando
considerablemente hacia una mayor
flexibilidad, que implica una mayor
capacidad de ilusionar a los
colaboradores y trabajar en equip