Expandiendo nuestros horizontes conceptuales: el pasaje de una "vieja" a una "nueva izquierda" en América Latina en los años sesenta

Abstract

Acercar los trabajos del historiador norteamericano Eric Zolov a los lectores de habla hispana interesados en la historia reciente constituye a la vez un placer y una necesidad. Por varios motivos, los trabajos de Zolov se han destacado por despejar el camino para la reconceptualización de las relaciones entre cultura y política en los años sesenta del siglo XX. Siendo México su foco principal de atención, sus líneas de investigación e hipótesis principales trascienden con mucho el “caso” para iluminar posibilidades de indagación y reflexión a escala latinoamericana. Publicado en 1999, el primer libro de Zolov, Refried Elvis: The Rise of the Mexican Counterculture, ya colocaba el entrecruzamiento entre cultura y política en el centro de la mira y lo hacía de forma más que novedosa. Tomando como eje la emergencia y las transformaciones de una contracultura (juvenil) en los años sesenta mexicanos, Zolov no solamente ofreció una historia formidable de roqueros y “jipitecas”—y de los modos en que se vinculaban y apropiaban de un repertorio transnacional—sino que también abrió el concepto de política para interrogar qué nos dice esa contracultura sobre la crisis y reconfiguración de una cultura patriarcal en los niveles familiares y político-estatales. Zolov leyó a esa contracultura en su relación generalmente de oposición a la política patriarcal y la entendió como un espacio político—esto es, como parte de relaciones de fuerza y disputas de poder en sus sentidos más capilares. A partir de esa interpretación, Zolov ponía en cuestión formas tajantes de separar los términos cultura y política—separación que las izquierdas latinoamericanas en general y la mexicana en particular delinearon a la hora de interpretar formas de sociabilidad y sensibilidades que les eran ajenas, como por ejemplo las ligadas a la cultura del rock. El artículo que aquí se traduce recupera buena parte de esas temáticas y preocupaciones, pero esta vez el énfasis de Zolov está puesto en revisitar y eventualmente ampliar las nociones de “nueva izquierda”. Para aquellos interesados en la historia reciente latinoamericana, el artículo tiene la potencialidad de generar controversias tanto como, a mi juicio, de proveer un soplo de aire fresco. En este último sentido, Zolov nos invita a desnaturalizar una expresión—la de “nueva izquierda”—que en ocasiones se utiliza como un hecho dado. En ese movimiento, Zolov introduce la pregunta crucial en torno a las similitudes y diferencias entre las “nuevas izquierdas” entendidas como fenómenos emergentes de culturas políticas nacionales y/o como fenómenos transnacionales. De igual importancia, Zolov nuevamente hace visibles las interconexiones entre supuestas esferas separadas—por el caso, la cultura y la política—ya sea en el marco de biografías personales o experiencias de cohortes generacionales. Una historia cultural de la política, una historia política de la cultura: poco importan las etiquetas cuando la historia es sustancialmente buena y relevante. Sin lugar a dudas, el trabajo de Zolov así lo demuestra. (Valeria Manzano, traductora)Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educació

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