El golpe de Estado del 28 de junio del 2009, perpetrado por una abigarrada alianza de actores (políticos conservadores, empresarios, líderes religiosos, dueños de medios de comunicación y jerarcas militares), representó una violenta interrupción en el proceso de transición política que Honduras había iniciado a principios de la década de los años ochenta en el siglo pasado. Al mismo tiempo, abrió una nueva fase en el camino de la construcción democrática y la reformulación del Estado de derecho