El poder ejercido a través y en provecho familiar no es reciente
en el Ecuador. No lo ha inventado el clan Gutiérrez-Borbúa.
Es un antiguo uso cultural. Quizás el gobierno del coronel
lo ha llevado a su clímax. O estamos frente al intento, a
destiempo, de generar un nuevo grupo familiar de poder que no se reduce
a los parientes más cercanos del mandatario, sino que, a través de
ellos, se proyecta y ramifica. Pero aquello resulta demasiado anacrónico.
Una simple parodia de un pasado de clanes familiares