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Darwin, Dover, and Intelligent Design

Abstract

[EN] The newest face of American creationism is “intelligent design”, a sociopolitical movement that appeals to people’s fear that evolution is atheistic. ID supposes that some biological structures are so complex that they cannot have been assembled by natural processes; therefore, when we recognize such “irreducible complex” features, they must have been achieved miraculously by an “intelligent designer”. Although ID proponents insist that their view is scientific, it has no empirical evidence and is supported by no peer-reviewed publications; it has been rejected by the scientific community. Nevertheless its proponents have attempted to introduce it into school systems as an “alternative” to traditional evolutionary science. The attempt to do so in the schools of Dover, Pennsylvania in 2004 resulted in a Federal trial that rejected ID as science, labeling instead as religiously motivated. This has slowed but not stopped creationists. Their continuing strategies are to insist that we “teach the controversy” about evolution (where none exists scientifically), to teach “critical thinking” to students (by which they mean to criticize ideas they don’t like), and to allow “academic freedom” for creationist teachers to introduce any materials they like into classrooms.[ES] La cara más moderna del creacionismo americano es el “diseño inteligente” (DI), un movimiento sociopolítico que apela al miedo de la gente basándose en que la evolución implica ateísmo. El DI supone que algunas estructuras biológicas son tan complejas que no pueden ser el resultado de un proceso natural, de manera que cuando nos encontramos con esas características “irreductiblemente complejas”, deben ser el resultado de la acción milagrosa de un “diseñador inteligente”. Aunque los defensores del DI insisten en que su perspectiva es científica, no tienen evidencia empírica que lo corrobore y no está apoyada por publicaciones arbitradas; es más, ha sido rechaza por la comunidad científica. Sin embargo, los defensores del DI han intentando que el tema se imparta como parte del currículo dentro del sistema educativo, como una “alternativa” a la ciencia evolucionista tradicional. El intento de hacerlo en las escuelas de Dover, Pennsylvania, en 2004 terminó en un proceso judicial federal que rechazó el DI como ciencia, tachándolo de estar religiosamente motivado. Esto ha ralentizado pero no detenido a los creacionistas. Su estrategia consiste en insistir en que la evolución que enseñamos es controvertida (cuando esto no es cierto en el panorama científico), enseñando “pensamiento crítico” a los estudiantes (cuando lo que realmente quieren decir es que se critica ideas que nos les gustan), y que es preciso permitir la “libertad académica” para los profesores creacionistas que deseen emplear cualquier material en sus clases

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