Abstract

A partir de la posrevolución se aplicaron en México diversas estrategias de desarrollo que si bien tuvieron como prioridad alcanzar la justicia social, la realidad demostró que la brecha de la desigualdad pareciera no tener fin. Al contrario, lejos de tener éxito, dichas estrategias incrementaron la pobreza y el número de afectados en niveles sin precedentes, sometiendo a un estado de vulnerabilidad incluso a las capas medias de la población, que antes fueron ejemplo de movilidad social ascendente para mejorar su nivel de vida

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