La presente investigación pretende aportar herramientas para una renovación de la teoría cinematográfica desde el ámbito de la filosofía. Renovar una teoría no es sino renovar aquello que la empuja y la sostiene, lo que es en ella condición de posibilidad, esto es, el pensamiento. Consideramos que si dicha teoría se encuentra en ocasiones anquilosada se debe a la existencia de ciertos obstáculos tanto en el discurrir del pensamiento como en el de una cultura, originados por la aparición de paradojas y problemas que no permiten adecuar la totalidad de la teoría a la totalidad de la experiencia. Para lograr dicha adecuación, hemos hecho de la teoría un relato, cruce de tres filosofías con tres cines; esto es, un debate-relato sobre lo real social, las imágenes de la identidad y los cines de la diferencia. Queremos ser consecuentes con la idea que toma lo fílmico como producción y efecto diegético, es decir, la idea que la experiencia cinematográfica sucede tanto delante de la cámara como detrás de ésta, tanto a nivel del emisor por intencionalidad como del receptor por transferencia. Una teoría que pretenda explicar el fenómeno de lo fílmico debería atender a la relación entre el análisis de las películas y la evaluación social de las prácticas que las hacen posibles. El equilibrio en esta correlación es a menudo un aspecto olvidado dentro de las teorías que, aún teniendo en cuenta ambos aspectos, acaban priorizando uno por encime del otro; olvidando con frecuencia que sólo un sentido subyacente e intrahistórico es capaz de anudar y dirigir tal correlación entre praxis y representación. Este sentido es la intencionalidad de la consciencia, mezcla de racionalidad y deseo, que se despliega como marco intencional tanto a escala individual como colectiva, prefigurando el cuadrilétero antropológico de nuestra mirada y nuestras experiencias, esto es, el filtro metafísico, epistemológico, ético y estético a través del cuál nuestra consciencia vive el mundo..