Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra
Abstract
Novelas como 1984 o Un mundo feliz nos han prevenido de las posibilidades totalitarias
de la tecnología. Un Estado sólo podría controlarnos de una manera plena con la
ayuda de una sofisticada tecnología. Sin ordenadores, sin detectores de huellas dactilares,
los Estados totalitarios poseerían un grado mucho más elevado de meficiencia. El desarrollo
tecnológico amplía de una manera fabulosa los campos que el Estado puede controlar.
Aspectos del ser humano que antes quedaban protegidos en el rincón más oculto de la privacidad,
la tecnología estatal los puede vigilar y ordenar.
Sin embargo, esta dimensión "totalitaria" de la tecnología se contradice con otras manifestaciones
que contribuyen a que la libertad individual se extienda sobre un mundo más
amplio. Un número muy importante de actividades que el hombre moderno asocia con la
libertad depende de la creación de un ingenio tecnológico.
Por estas dos interpretaciones, muchas veces se ha juzgado la tecnología como neutral.
Este trabajo quiere estudiar hasta qué punto es cierta esta neutralidad. Para evaluar este
carácter de la tecnología, se harán referencias a las obras de Ortega y Gasset, de
Heidegger y especialmente de Simmel