'Facultad de Ingenieria del la Universidad de Buenos Aires'
Abstract
Cualquier discusión sobre la enseñanza de la escritura académica y el uso de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) debe primero delimitar, necesariamente, qué teoría de la escritura y de las TIC se sostiene. La concepción romántica del escritor y de la escritura, desarrollada en Occidente en el paso del siglo XVIII al XIX, ha percudido las representaciones socialmente compartidas sobre el tema. Así, es común escuchar, o deducir, que la escritura más sofisticada es una habilidad única, monolítica e impenetrable; que se posee o no se posee; que se vincula a un conocimiento; y que se produce en el interior o en la acción individual del escritor. Se trata, en suma, de la imagen del poeta aislado y recluido, talentoso hasta la incomprensión, que escribe versos extraordinarios, poseído por las musas, sin técnica ni revisión. La llegada de las TIC en el siglo XX impuso otras dos representaciones, diametralmente opuestas: o bien que la comunicación electrónica degrada y corrompe las formas elevadas de escritura, o bien que las TIC revolucionan y multiplican las posibilidades de formar, sin mayor esfuerzo pedagógico e institucional, escritores académicos. Así, el poeta inspirado pierde su estilo único al usar Whatsapp, o las universidades cambian a sus profesores por plantillas online que enseñan a cualquiera cómo escribir un ensayo. Ninguna de estas representaciones, podemos adelantarlo desde ahora, es cierta