In this article agricultural landscapes are conceived as the cumulative materialization of collective perceptions and forms of land-use. This perspective is applied to the historical analysis of medieval landscapes in the Sierra de Ávila, a pastoral area that offers variable and uneven information for that period. A diachronic approach using the archaeological record, written documentation, place names and palaeoenvironmental information permits tracking the contingent and ever-changing arrangements of the agroforest landscapes in this area. In early medieval times monumental tombs of large dimensions were carved out of rock by autonomous and extensive cattle farmers. These tombs are regarded as landmarks for claiming customary rights, devices that helped in the reinforcement of social cohesion and milestones for guiding flocks and shepherds. The high medieval period involved the political and legal reorganization of the rural milieu (demarcation of village territories) and a profound change of mentality (new village identities). Communal and extensive silvopastoral spaces were lost due to growing intensification of farming. The new village and parish networks anchored the peasants to their fields, thus contributing to the abandonment of the previous burial places and the implementation of parish cemeteries. In the late Middle Ages, livestock farming took on new relevance as a key strategy for aristocratic groups seeking to maximize their revenues. Community mountain pastures (or alixares) located by the early medieval necropoleis were now devoted to new land uses (dry farming and flax fields) due to their appropriation for the exclusive use of these elite groupsEste artículo aborda los paisajes agrarios como una materialización acumulativa de formas de uso y percepciones colectivas. Se aplica tal planteamiento al análisis histórico de los paisajes medievales de la sierra de Ávila, una zona de marcada vocación ganadera con muy desigual información para tal período. Una lectura diacrónica integrada del registro arqueológico, la documentación escrita, la microtoponimia y la información paleoambiental han permitido rastrear las estrategias contingentes y cambiantes que modelaron los paisajes agroforestales en la zona de estudio.
En época altomedieval unos grupos pastoriles escasamente arraigados, dedicados a la agroganadería extensiva, tallaron y usaron tumbas excavadas en roca. Además de su obvia finalidad funeraria, en este artículo se enfatiza su papel como hitos de reclamación de derechos consuetudinarios, mecanismos de cohesión social y guías de tránsito de pastores con sus rebaños por la sierra. La etapa plenomedieval supuso la reordenación económica y jurisdiccional del medio rural (deslinde de términos aldeanos, enajenación de espacios silvopastoriles comunitarios) acompañada de un profundo cambio de mentalidades (nuevas identidades aldeanas). La nueva red aldeana y parroquial, que fija el campesinado al terrazgo, supuso el abandono de los espacios sepulcrales previos y la implantación de las necrópolis parroquiales. En la Baja Edad Media, la actividad pecuaria es fomentada por los grupos aristocráticos concejiles y nobiliarios. Los pastos mancomunados serranos (alixares), donde se detectan ahora nuevos usos (cerealicultura de secano, linares), vuelven a coincidir con las antiguas necrópolis altomedievales