Mecanismos perceptivos y atencionales del procesamiento de la propia cara

Abstract

Tesis doctoral inédita leída en la Universidad Autónoma de Madrid, Facultad de Psicología, Departamento de Psicología Biológica y de la Salud. Fecha de lectura: 04-10-2019Esta tesis tiene embargado el acceso al texto completo hasta el 04-04-2021El estudio del yo ha ido ganando relevancia en los últimos años debido a su potencial impacto en la salud. Como consecuencia, están surgiendo nuevos paradigmas que aspiran a explicar cómo el cerebro procesa la información auto-relacionada. Sin embargo, la evidencia científica acumulada hasta el momento deja sin resolver dos cuestiones claves sobre cómo se lleva a cabo el procesamiento del yo: cuál es su dinámica temporal y cómo de específico es. En consecuencia, el objetivo de esta tesis fue investigar los mecanismos perceptivos y atencionales del procesamiento del yo y, más concretamente, de la propia cara. Se buscaba con ello determinar si el procesamiento de la propia cara es realmente un fenómeno distintivo o si, por el contrario, se puede explicar simplemente por la familiaridad que tenemos con nuestro propio rostro. Para este fin, realizamos tres estudios en los que se utilizaron imágenes de caras con diferentes grados de familiaridad (yo, amigo, desconocido) mientras registrábamos la actividad cerebral de los participantes por medio de Electroencefalografía (EEG). Nuestro primer estudio estaba centrado en determinar si el procesamiento de la propia cara es distinto del procesamiento facial general y, de ser así, en qué momento el propio rostro comienza a ser procesado de una manera particular. Tras un análisis de los datos conductuales y de los Potenciales Relacionados con Eventos (ERPs), los resultados mostraron que la propia cara conllevaba un procesamiento diferencial desde una etapa temprana, como indicaba la modulación del componente P200. Estos resultados indican que el procesamiento distintivo de la propia cara no se puede atribuir a la familiaridad, ya que tiene lugar antes de que se reconozca el rostro y, por lo tanto, antes de que se pueda determinar si es un rostro conocido. Nuestro primer estudio dejaba, sin embargo, sin resolver si los mecanismos distintivos del yo son ser de carácter perceptivo o atencional, ya que el componente P200 se ha relacionado con ambos. Para abordar esta cuestión llevamos a cabo un segundo estudio, en que utilizamos un paradigma de inversión facial. Con él queríamos poner a prueba la idea de que el procesamiento distintivo de la propia cara en etapas tempranas es el resultado de mecanismos perceptivos relacionados con la amplia experiencia visual que tenemos con ella. En concreto, como algunos autores habían propuesto, esperábamos que el propio rostro desencadenara una estrategia perceptiva más analítica y, como consecuencia, fuera más resistente al efecto de inversión facial. Sin embargo, nuestros resultados conductuales y de ERPs mostraron que la propia cara no presentó una mayor resistencia a la inversión, lo que sugiere que el procesamiento distintivo de la propia cara no se puede explicar por la puesta en marcha de mecanismos perceptivos distintos a los empleados durante el procesamiento facial general. Una vez descartado que el procesamiento distintivo de la propia cara se deba al uso de una estrategia perceptiva diferente, decidimos investigar si se puede explicar por la acción de mecanismos atencionales. Para ello retomamos los datos de nuestro primer estudio y les aplicamos una serie de análisis más sofisticados que nos permitieran dar respuesta a esta pregunta. Tras un análisis de tiempo-frecuencia y de reconstrucción de fuentes, pudimos comprobar que la propia cara ponía en marcha mecanismos atencionales específicos del yo, tal y como indicaban la reducción sostenida de potencia en las bandas alfa y beta en el giro fusiforme. Este enganche atencional al que nos somete nuestro propio rostro, y al que podríamos denominar “ Efecto Narciso ”, podría tener un valor adaptativo, aunque el diseño experimental de nuestro estudio no nos ha permitido corroborarlo. En conjunto, los resultados englobados en la presente tesis doctoral evidencian que la propia cara tiene un procesamiento neural distintivo que no se puede explicar ni por la familiaridad con el estímulo ni por el uso de una estrategia perceptiva más analítica, sino por la puesta en marcha de mecanismos atencionales específicos del yo. Estos hallazgos pueden tener importantes implicaciones en el ámbito de la neuropsiquiatría, ya que el funcionamiento de los mecanismos atencionales del yo podría estar comprometido en algunos trastornos mentales procesamiento distintivo de la propia cara en etapas tempranas es el resultado de mecanismos perceptivos relacionados con la amplia experiencia visual que tenemos con ella. En concreto, como algunos autores habían propuesto, esperábamos que el propio rostro desencadenara una estrategia perceptiva más analítica y, como consecuencia, fuera más resistente al efecto de inversión facial. Sin embargo, nuestros resultados conductuales y de ERPs mostraron que la propia cara no presentó una mayor resistencia a la inversión, lo que sugiere que el procesamiento distintivo de la propia cara no se puede explicar por la puesta en marcha de mecanismos perceptivos distintos a los empleados durante el procesamiento facial general. Una vez descartado que el procesamiento distintivo de la propia cara se deba al uso de una estrategia perceptiva diferente, decidimos investigar si se puede explicar por la acción de mecanismos atencionales. Para ello retomamos los datos de nuestro primer estudio y les aplicamos una serie de análisis más sofisticados que nos permitieran dar respuesta a esta pregunta. Tras un análisis de tiempo-frecuencia y de reconstrucción de fuentes, pudimos comprobar que la propia cara ponía en marcha mecanismos atencionales específicos del yo, tal y como indicaban la reducción sostenida de potencia en las bandas alfa y beta en el giro fusiforme. Este enganche atencional al que nos somete nuestro propio rostro, y al que podríamos denominar “ Efecto Narciso ”, podría tener un valor adaptativo, aunque el diseño experimental de nuestro estudio no nos ha permitido corroborarlo. En conjunto, los resultados englobados en la presente tesis doctoral evidencian que la propia cara tiene un procesamiento neural distintivo que no se puede explicar ni por la familiaridad con el estímulo ni por el uso de una estrategia perceptiva más analítica, sino por la puesta en marcha de mecanismos atencionales específicos del yo. Estos hallazgos pueden tener importantes implicaciones en el ámbito de la neuropsiquiatría, ya que el funcionamiento de los mecanismos atencionales del yo podría estar comprometido en algunos trastornos mentales

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