Universidade de Santiago de Compostela. Servizo de Publicacións e Intercambio Científico
Abstract
Unas cuarenta o cincuenta comedias de Lope de Vega se refieren –de una manera o de
otra– a Galicia y a gallegos, si doña Blanca de los Ríos puso de moda la designación de
«ciclo galaico-portugués» para calificar catorce comedias precisas de Tirso de Molina. A
pesar de la disparidad cuantitativa, si nos fijamos por lo esencial en el personaje gallego
propiamente dicho, desde un enfoque a la vez teatral e ideológico, me parece legítima
una tentativa no tanto estrictamente comparatista entre ambos grandes dramaturgos
como averiguadora de la manera propia –si la hay– de enfocar y construir a un personaje
gallego. Por supuesto, huelga decir que la cuestión del personaje es compleja, y
su definición algo problemática, pero baste afirmar que mi enfoque de un «personaje»
dramático se aparenta mucho a lo que llamó Ryngaert «una encrucijada del sentido».
Ahora bien, para llegar a examinar de modo satisfactorio al personaje del gallego en
nuestros dramaturgos, y sobre todo el modo de construirlo, habría que tener en cuenta
una gran variedad de factores singularizadores: la edad, el sexo, la situación social, el
oficio, la época en que vive, el lugar, sus características físicas y psicológicas, su lenguaje,
su relación con el espacio, con los demás personajes, lo que hace, lo que desea, lo que
teme... lo que necesitaría todo un libro