Las miocardiopatías dilatadas (MCD) idiopáticas se definen como enfermedades del músculo cardiaco caracterizadas por las alteraciones en el tamaño de las cámaras cardíacas, en el grosor de la pared ventricular, o por una contracción anormal en ausencia de enfermedad coronaria, hipertensión arterial, enfermedad valvular o cardiopatía congénita que lo justifique. Si bien su pronóstico ha mejorado de forma llamativa con la introducción de nuevos agentes farmacológicos, con el desarrollo de la terapia de resincronización cardíaca y la implantación de desfibriladores, la morbimortalidad asociada sigue siendo muy alta y para algunos pacientes con insuficiencia cardiaca muy avanzada, el trasplante cardiaco es la única opción terapéutica.
La Medicina Regenerativa tiene como objetivo permitir un restablecimiento funcional de los tejidos cardiacos dañados y no una simple atenuación o reducción de los síntomas; por lo que la utilización de células como estrategia para la regeneración o reparación de tejidos es una de las áreas de investigación en biomedicina que mayor interés ha despertado en los últimos años.
La elevada incidencia de insuficiencia cardiaca, la eficacia limitada del tratamiento médico y la escasez de órganos para trasplante, han llevado a la aplicación de la terapia celular. Si bien se ha demostrado su utilidad en el tratamiento de disfunción sistólica severa ventricular izquierda de origen isquémico, ya sea en fase aguda o crónica1-5, existen menos evidencias sobre esta terapia usada como tratamiento en la miocardiopatía dilatada idiopática.
Diferentes estudios han demostrado una mejoría clínica y un beneficio leve en la función ventricular izquierda en pacientes con miocardiopatía dilatada idiopática tratados con la terapia celular6-12, si bien, dicha mejoría funcional varía entre los pacientes y se sabe poco sobre los factores que influyen en dicha respuesta