Un traumatismo craneoencefálico (TCE) ocurrido durante la infancia puede incidir
notablemente en el proceso de desarrollo cerebral del niño y, como consecuencia,
en su desarrollo cognitivo y conductual. Sin embargo, la evolución de las capacidades
cognitivas y conductuales tras un TCE en la infancia no es siempre igual, sino que depende de una serie de factores. Diversos estudios han revelado dos grupos principales de factores que interaccionan fuertemente entre sí, factores mórbidos y psicosociales. Esta interacción ha sido denominada hipótesis de doble riesgo, puesto que es la que determina el funcionamiento adaptativo postmórbido. Dentro del grupo de factores mórbidos se incluyen la gravedad del daño cerebral, las variables relacionadas
con la edad y las características de la lesión. Entre los factores psicosociales destacan las características cognitivas y conductuales del niño previas al TCE y los factores ambientales, tales como el estatus socioeconómico, el estrés social y los recursos y el modo de funcionamiento de la familia. Por otra parte, las alteraciones que más
frecuentemente se observan tras un TCE en la infancia son el enlentecimiento de la velocidad de procesamiento, así como dificultades en diversos procesos cognitivos,
como la atención, la memoria, el lenguaje y las funciones ejecutivas. De entre
estos procesos, las funciones ejecutivas son especialmente vulnerables, probablemente
por el efecto conjunto de diversos factores –elevada prevalencia de daño focal frontal, efecto de desconexión como resultado de la lesión axonal difusa, lenta maduración de las regiones frontales–. Además de su elevada vulnerabilidad, las alteraciones en las funciones ejecutivas como consecuencia de un TCE durante la infancia son especialmente relevantes, ya que podrían estar subyaciendo a algunos de los déficits observados en los ámbitos cognitivo, psicosocial y académico; y un funcionamiento adecuado en todos estos ámbitos es esencial para lograr un comportamiento adaptado al entornoThe occurrence of traumatic brain injury (TBI) during childhood may disrupt ongoing brain development and, consequently, the development of cognitive and behavioural skills. However, cognitive and behavioural outcome after TBI is variable, depending
upon morbid and psychosocial factors. The interaction between these two main groups of factors has been labelled the double hazard hypothesis, since it determines the adaptive post commorbid outcome. Morbid factors include severity of brain injury, age related variables, and the characteristics of the damage. Psychosocial factors consist of
pre-TBI cognitive and behavioural functioning, socio-economic status, social stress and the family resources. Furthermore, the most frequent impairments after TBI during childhood are slower processing speed and difficulties in several cognitive processes, such as attention, memory, language and executive functions. Among the latter, executive
functions are especially vulnerable, most likely due to the joint effect of several factors –high prevalence of focal frontal lesion, disconnection effect resulting from diffuse axonal injury, slow maturation of frontal regions–. Besides this high vulnerability, the impairment of executive functions as a consequence of TBI during childhood is extremely relevant, since it might underlie some of the observed deficits at the cognitive, psychosocial and academic levels. An adequate outcome at all these levels is critical to achieve an
adaptive behaviourACR ha sido financiada por la Agencia Española de Cooperación Internacional
(AECI