El Programa Municipal para la Mujer del Ayuntamiento de L'Hospitalet de Llobregat desarrolla, desde 1991, proyectos de prevención de la violencia de género y de asistencia a las mujeres afectadas. La complejidad del problema a abordar y el extenso entramado de instituciones implicadas en su atención, nos ha llevado a reflexionar sobre los riesgos que conlleva la intervención social y que pueden conducir a una nueva experiencia de violencia, en este caso desde las instituciones, produciendo una victimización secundaria. Uno de los mayores riesgos es contribuir a su ocultación, a mantener el problema invisible, si no nos dotamos de mecanismos e instrumentos para su detección. Para ello se hace necesario revisar nuestro posicionamiento profesional y personal frente a la violencia contra las mujeres. Otras respuestas que aumentan el malestar de las mujeres afectadas son las que minimizan los hechos, o las que expulsan de la institución, mediante derivaciones precipitadas a otro servicio, en el que la mujer de nuevo tiene que explicar lo que le ocurre y ser evaluada otra vez. También resulta perjudicial cuando la persona que atiende se identifica con la persona atendida, involucrándose en exceso en la intervención, que puede resultar intrusiva y confusa respecto de quién tiene que tomar las decisiones. Otras actitudes profesionales hacia las mujeres afectadas por violencia de género, como la descalificación , el descrédito, la falta de empatía, la imposición de ritmos y/o actuaciones, etc. favorecen la revictimización.Since 1991, the local council of L’Hospitalet de Llobregat has developed a municipal
programme for women, which includes projects designed to promote the prevention
of gender violence as well as offering direct assistance to women affected by gender
violence.
The complexity of the different problems faced, alongside the variety of different
institutions involved in attending these women, has led us to reflect on the possible risks
involved in the intervention of different organisations, which can often lead to a new form
of secondary victimisation.
One of the biggest risks is the possibility of colluding in the keeping the problem
hidden or invisible because we do not have adequate detection procedures. For this reason it is important to constantly reflect on our professional and personal attitudes towards
violence against women.
Other responses that can increase a woman’s suffering are those that minimalize the
events or that precipitate a referral to another official institution where the woman will have
to explain her situation and have her case evaluated yet again.
Another possible difficulty is when the person attending a woman over identifies with her
situation and gets too involved in the case, this can cause an over intrusive attitude or lead to
confusion as to exactly who must make vital decisions. Revictimisation can also occur when
the professional has negative attitudes towards the victims of gender violence, these attitudes
include undermining, discrediting, lack of empathy or imposing certain behaviour