In the light of the work of art of Santiago Sierra, 245 cubic meters (2006), this
paper analyse the variety of reactions that the (re)creation of traumatic events in history
and memory might generate. The work of Sierra recreated a gas chamber inside what
used to be the Stommeln synagogue in Pulheim, a small town in Germany. The Spanish
artist arranged a number of cars outside the building and pumped carbon monoxide from
their exhausts through tubing into the disused synagogue. The reaction of some Jewish
communities was immediate and the exhibition was closed just one week after its opening.
This synagogue has not been used for worship since the Second World War, but was reopened
in 1991 as a memorial place where every year artists are invited to honour the victims of the holocaust �this was the very first time that one of the artistic projects was
closed so immediately. Sierra himself said that he had no intention whatsoever to offend
the sensibility of the victims, but the opposite in fact. I explore here the possible origins
of the controversy, which perhaps did not arise from feelings of offence since there seems
to be some evidence that might point towards other hypothesis.En relación con la obra de Santiago Sierra, 245 metros cúbicos (2006), se
analizan en este artículo las diversas reacciones que la (re)creación de los hechos
traumáticos de la historia y de la memoria pueden llegar a provocar. Esta obra en particular,
recreaba una cámara de gas en lo que había sido la sinagoga de Stommeln, en la ciudad
alemana de Pulheim. Para ello, el artista español colocó una serie de coches en el exterior
del edificio que transmitían al interior del mismo, mediante tubos, el monóxido de carbono
producido por sus motores. Las reacciones por parte de diversas comunidades judías
fueron inmediatas y la instalación se clausuró una semana después de su inauguración.
Esta sinagoga, en desuso tras la Segunda Guerra Mundial, fue reabierta en 1991 como
memorial con la idea de invitar anualmente a artistas para rendir homenaje a las víctimas
del holocausto; nunca antes se había producido la clausura de ningún proyecto artístico.
Según Sierra, su obra no quería herir la sensibilidad de las víctimas, sino todo lo contrario.
En este artículo se exploran los posibles orígenes de la polémica, que quizás no surgieran
tanto de dicha ofensa, ya que hay indicios que parecen apuntar a otras hipótesis