Conciliar la vida familiar y laboral sigue constituyendo en la actualidad un reto
pendiente de resolver en nuestra sociedad.
El reparto de roles establecidos en función del sexo continúa inmerso en nuestra
sociedad y es éste el que presupone que las tareas relacionadas con el trabajo doméstico
y las responsabilidades familiares le corresponden a la mujer, mientras que las tareas
productivas (objeto de remuneración) le corresponden al hombre.
Según estudios de la UGT (Unión General de Trabajadores), la existencia de estos
estereotipos se traduce en una situación de discriminación para la mujer que se puede
ver reflejada en una mayor tasa de desempleo; mayores dificultades para encontrar
empleo, la promoción y el acceso a puestos de responsabilidad; así como recibir
retribuciones inferiores por trabajos de igual valor, entre otras consecuencias. Mientras
que esta situación para los hombres supone una menor participación en la vida familiar
y en las responsabilidades familiares, y a su vez, la ausencia de problemas en el empleo
derivados del cuidado y asistencia a la familia, una mayor eficiencia en el desarrollo de
su trabajo y, en consecuencia, un desarrollo profesional muy superior al de sus
homónimas femeninas.
Por tanto, conciliar la vida familiar y laboral se percibe generalmente como un problema
de las mujeres, cuando, en realidad, se trata de un conflicto de carácter social, cuya
solución depende de la sociedad en su conjunto.Facultad de Ciencias de la EmpresaUniversidad Politécnica de Cartagen