El deterioro del medio ambiente y particularmente los cambios en el
clima, obliga al conjunto de la sociedad y a todos los sectores productivos y
económicos que lo provocan a una reorientación profunda de las pautas de
producción y consumo.
Tenemos indicios suficientes que nos alertan de una situación
preocupante: el incremento exponencial de la población, la desaparición
acelerada de las masas boscosas, el incremento de contaminantes con sus
secuelas variadas (radiactividad de las centrales nucleares, CO2 y el
calentamiento del planeta, daños en la capa de ozono…), la degradación de
nuestra Naturaleza, la desaparición de especies,…
Otros indicios nos hablan del bajo nivel de desarrollo de la Humanidad:
no hemos sabido distribuir los recursos del planeta de manera uniforme, de
forma que unos pocos tenemos todo lo que necesitamos, y algunos mucho
más, y una gran mayoría de la población es pobre, hasta el extremo a veces
de morir de hambre. Tampoco hemos sabido resolver nuestros conflictos
pacíficamente, de manera que las guerras están a la orden del día.
En cambio nos hemos dotado de un sistema social y económico que
impulsa al individuo a la acumulación de riqueza, cuanta más mejor, en
dura competencia con sus semejantes y la Naturaleza. El sector de la construcción contribuye de manera importante a ese
deterioro en sus distintas fases (extracción y fabricación de materiales,
diseño de la edificación y de sus instalaciones que influye decisivamente en
el rendimiento energético de la misma, gestión de la obra y de sus
residuos…) y necesita dar un giro notable hacia la adopción de decisiones
encaminadas hacia la sostenibilidad.
En pocas palabras, la Arquitectura Sostenible quiere difundir la idea
de la construcción bioclimática porque es una alternativa ecológica
adecuada para abordar algunos problemas del planeta.Existen ya unas cuentas normas e instrumentos legales que marcan
caminos. Entre ellas el Plan Nacional de Asignación de Derechos de Emisión
de CO2 para algunos fabricantes de materiales, algunas ordenanzas solares
municipales, el Código Técnico de la Edificación, los requerimientos para
una planificación urbanística racional.
Es sabido que la construcción es unos de los sectores de mayor peso
específico en cualquier sociedad de nuestro primer mundo. Curiosamente
cuando asistimos a uno de esos cíclicos períodos de expansión económica,
también asistimos a un repunte en la actividad constructora. Así podemos
concluir sin riesgo de equivocarnos que la construcción pertenece a los
elegidos sectores dinamizadores de nuestra economía. Pero ¿a costa de
qué?
En la Unión Europea, la construcción de edificios consume el
40% de los materiales, genera el 40% de los residuos y consume el
40% de la energía primaria.
La importancia del sector constructivo nos da idea de los denodados
esfuerzos que debemos llevar a cabo para conseguir avanzar hacia un
modelo de construcción que nos despilfarre energía, recursos naturales y, a
su vez, no desborde nuestros vertederos con una avalancha de los
denominados Residuos de Construcción y Demolición, en definitiva un
modelo de construcción sostenible. El 22 de Octubre de 2004, el Parlamento ruso ratificaba el Protocolo de
Kyoto, en ese momento los países cuyas emisiones de suman el 55% del
total de emisiones de 1990 ya lo habían ratificado y por fin el Protocolo
podía entrar en vigor.
La certeza de saber que estamos afectando de forma quizá irreversible
la atmósfera, que la actividad humana emisora de los llamados gases de
efecto invernadero parece encaminada a romper todos los equilibrios
climáticos con sus catastróficos resultados. Hace que parezca imprescindible
tomar las medidas adecuadas destinadas a reducir nuestra balanza en el
consumo de energía a partir de combustibles fósiles. Y si recordamos el
famoso 40% parece que la responsabilidad del sector constructivo es
evidente.Sin embargo, solo en España se están construyendo el 28% de la
totalidad de viviendas de la Unión Europea. Este dato, que sin lugar a dudas
representa un factor positivo desde la perspectiva económica, se convierte
en descorazonador si tenemos en cuenta que:
· Necesitamos más de 2 toneladas de materias primas por
cada m2 de vivienda que construimos.
· La cantidad de energía asociada a la fabricación de
materiales que componen una vivienda puede ascender,
aproximadamente, a un tercio del consumo energético de
una familia durante un período de 50 años.
· La producción de residuos de la construcción y demolición
supera la tonelada anual por habitante.
El análisis del ciclo de la vida de un edificio permite intuir con mayor
facilidad las consecuencias ambientales que se derivan del impacto de la
construcción, que, a grandes rasgos, pueden reducirse a lo siguiente:Los edificios resultantes del proceso constructivo, así como las
infraestructuras necesarias para favorecer la accesibilidad, ocupan y
transforman el medio en el que se disponen.
· La fabricación de materiales de construcción comporta el
agotamiento de recursos no renovables a causa de la extracción
ilimitada de materias primas y del consumo de recursos fósiles.
· Nuestro entorno natural se va afectado por la emisión de
contaminantes, así como por la deposición de residuos de todo tipo.
Es el momento de plantearse la búsqueda alternativa que ponga freno
a la situación actual, abocada a alterar la calidad de vida de las
generaciones futuras.
La reducción del impacto ambiental se centra en tres aspectos:
· El control del consumo de recursos
· La reducción de las emisiones contaminantes Y la minimización y la correcta gestión de los residuos que se
generan a lo largo del proceso constructivo.
Sin embargo, para poder conseguir nuestro objetivo y contribuir al
progreso sin dañar el planeta, será imprescindible:
· Contar con la colaboración del conjunto de agentes que intervienen
en las diferentes etapas del ciclo de vida de una obra de
construcción (desde la extracción de las materias primas hasta la
demolición de un edificio…) Si cada uno de ellos asume la
responsabilidad que le corresponde, será posible aplicar estrategias
para la prevención y la minimización del impacto ambiental.
· Considerar los residuos como un bien, es decir, aprovecharlos como
materia prima mediante reciclaje o reutilización, e incorporarlos de
nuevo en el proceso productivo, imitando en cierto modo a los ciclos
naturales.
La problemática medioambiental derivada de este sector, a pesar de
haber sido abordada desde los años noventa por la mayoría de las
empresas constructoras mediante sistema de gestión medioambiental,
todavía es una asignatura pendiente por parte de la que es considerada en
nuestro país como “la industria de industrias”. Tal vez el fracaso del intento de implantación de diferentes medidas se
ha visto mermado por factores relacionados con:
· La falta de concienciación ambiental de los empresarios y
promotores.
· La falta de formación específica orientada a los trabajadores del
sector de la construcción
· La falta de especialización como consecuencia de la movilidad
continua de los trabajadores de un sector que se caracteriza por ser
uno de los principales vehículos de integración de la inmigración en
nuestro país.
Recursos mundiales absorbidos por la construcción y mantenimiento de edificios
· La falta de control en cuanto a la aplicación de la legislación
ambiental en las obras de construcción
· La dificultad para las pequeñas empresas de asumir costes
asociados a la implantación de normas ambientales.
El problema se agrava si a los puntos anteriores añadimos que un
sistema de gestión medioambiental, aún siendo por definición una
herramienta flexible de mejora continua para garantizar un control más
eficiente sobre el impacto que ocasiona la actividad de construir en nuestro
entorno, se ha demostrado en la mayor parte de los casos completamente
ineficaz cuando:
· Ha sido exclusivamente como un argumento de imagen
· La burocracia del sistema hace perder de vista los objetivos
ambientales
· Y cuando no camina en paralelo con campañas de sensibilización y
de formación enfocadas a minimizar la problemática ambiental.Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Civi