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Cuarenta minutos de diferencia

Abstract

Estoy perfectamente acomodada y abrigada sobre mi cama. Supongo que duermo hasta que una fuerza extraña abre mi ojo y veo luz por la rendija de la puerta. ¿Será que ya me debo levantarme?, pienso medio dormida y medio despierta. El citófono suena. Como un resorte voy al baño. Agarro mi celular que dejo cargando adentro pues una de las tantas cucarachas que caracterizan mi carácter hipocondríaco es la idea de que me puede dar cáncer si duermo con electrodomésticos al lado. Me había asegurado anoche de subirle el volumen a la alarma, de cuadrarla para que sonara a las 5:25 a.m. y dejar la puerta del baño entreabierta para que saliera la voz de Enya que hace menos difícil la levantada. Ninguna de las precauciones tomadas sirve pues al prender el celular veo que son las seis y seis minutos. Ya es tarde. Andrés está en el citófono. Calculo que lleva seis minutos esperando. Lo llamo y le digo que se vaya pues me da vergüenza que me espere; al fin y al cabo, me está haciendo un favor hoy, día de pico y placa. Reflexiono sobre mi pensamiento: Tengo pico y placa o sea que si no me voy con él, no llego a clase de Humanidades. Le ruego que me dé unos minuticos, me “medio” baño, me visto y me pongo una bocanada de crema de dientes. No me agradaría matar a la gente con mi aliento de dragón matutino

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