El presente artículo tiene por objeto reflexionar sobre el cine fragmentario a partir de el
análisis del largometraje Abre los ojos, de Alejandro Amenábar. Dicho análisis se centra
en dos aspectos fundamentales: la configuración narrativa alejada del modelo de cine
clásico y el carácter posmoderno del filme. La dualidad, entre un mundo real y otro
soñado, entre el pasado y el presente, entre lo bello y lo feo, entre la vida y la muerte, va
a constituir la base de este discurso fragmentario marcado por la confusión y la
contradicción tan características del posmodernismo. Asimismo encontramos numerosas
referencias a discusiones y problemáticas planteadas por la posmodernidad y sus teóricos
tales como el simulacro y la hiperrealidad, la obra abierta, la cultura del consumo, la
muerte de dios, la crisis de la historia y el progreso o el eterno debate sobre lo verdadero,
lo real y lo representado