A finales del S.XIX se difundieron internacionalmente las propiedades terapéuticas y beneficiosas de los
baños de mar, se proyectaron ciudades marítimas y se ampliaron los complementos lúdicos asociados al disfrute
de las aguas marítimas. La arquitectura balnearia asentó las bases de un fenómeno social de profunda relevancia en
un escenario que sobrepasaría los límites temporales, territoriales y arquitectónicos.
La historia moderna del balneario en España daría paso a un nuevo fenómeno turístico, entendido como
concepto moderno de veraneo o turismo de sol y playa, que llegó a nuestras costas con cierto retraso pero con las
mismas características y complejidades que presentaba en el resto de las naciones occidentales. La playa entendida
como espacio de atracción turística planteaba también una serie de exigencias, demandas y necesidades materiales
que fueron aprovechadas por la industria del turismo. De forma paralela a dicho proceso, la arquitectura balnearia
adaptaba sus estructuras diseñando aquellos destinos con complejas estaciones balnearias a orillas del mar y
transformando litorales para acoger casinos, hoteles, puertos marinos, restaurantes, cafés y villas residenciales que
completaban la oferta.
Por su parte, la ciudad de Málaga se caracterizó históricamente por su clima, su posición estratégica en el
Mediterráneo y su idoneidad para encabezar una actividad ligada a su litoral. La apertura de los primeros balnearios
así lo constataron a principios del siglo pasado en el cual Los Baños del Carmen de Málaga encabezaron una historia
cargada de valores patrimoniales hoy más cerca del olvido que de su recuperación y puesta en valo