El deporte y la actividad física en general intervienen en el desarrollo
social y personal de todas las personas, dando oportunidades para aprender
nuevas habilidades motoras, disfrutar y cooperar con nuestros semejantes,
pudiendo aportar, además, conocimientos sobre la adquisición de estilos de
vida saludables.
Diversos estudios científicos han demostrado que la práctica de
actividad física (AF) regular proporciona importantes beneficios para la salud,
tanto en el plano fisiológico, psíquico como social (Ramos, Rivera, Moreno, &
Jiménez-Iglesias, 2012; Reiner, Niermann, Jekauc, & Woll, 2013),
considerándose uno de los hábitos fundamentales para adoptar un estilo de
vida activo y saludable (Langille & Rodgers, 2010; Ortega, Ruiz, Castillo, &
Sjöström, 2008), sin embargo, los resultados de una encuesta “Módulo de
Práctica Deportiva y Ejercicio Físico” (MOPRADEF), realizada en noviembre de
2015 por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), reveló que la
mayoría de la población mayor de 18 años, es inactiva físicamente (INEGI,
2016)