La investigación en ciencia básica permite mejorar la traslación de conocimiento hacia la investigación clínica y la práctica médica. Desafortunadamente, la
mayoría de los modelos animales que reproducen un cuadro patológico no incluyen importantes variables que permitan extrapolar los resultados obtenidos a la investigación clínica (1). Un ejemplo de esta discrepancia clínicoexperimental es la relacionada con la isquemia cerebral y el envejecimiento. La isquemia cerebral afecta principalmente a los pacientes adultos mayores. Sin
embargo, la gran mayoría de los estudios experimentales en modelos animales no consideran el factor envejecimiento, a pesar de las recomendaciones de los
expertos sobre el incluir animales envejecidos en los estudios experimentales (2). De tal modo se identifica una discrepancia clínico-experimental: por un lado
la isquemia cerebral que afecta principalmente a paciente mayores de 65 años (3, 4), y por el otro, los estudios experimentales que utilizan ratas entre 3 y 6
meses de edad, lo cual extrapolado a años humanos corresponde a individuos de entre 15 y 18 años de edad (5). Por lo tanto es importante considerar este
factor cuando se estudie el fenómeno isquémico en el cerebro y la transferencia de potenciales opciones terapéuticas.
Existe evidencia que soporta que la respuesta a la isquemia cerebral es diferente entre un cerebro joven y uno envejecido (6). Esta diferencia es explicada principalmente por los cambios que ocurren en el cerebro a lo largo de la vida, los cuales modifican el aspecto molecular, celular, tisular y funcional (7). A pesar de lo anterior, el uso de animales envejecidos en los modelos de isquemia cerebral no se ha popularizado completamente. De tal manera que sigue existiendo la necesidad de evaluar a nivel estructural y funcional la
respuesta del cerebro envejecido a la isquemia cerebral.
El uso de animales envejecidos en la investigación básica implica los siguientes cuatro inconvenientes: 1) alto costo, 2) alta mortalidad, 3) variabilidad en el
daño estructural y el deterioro funcional, y 4) la falta de adaptación de modelos animales y métodos de evaluación para utilizarse en animales envejecidos.
Estas condiciones causan una gran dificultad y complejidad en la implementación de los modelos animales, además de dificultar la interpretación de resultados.
Para abordar esta discrepancia clínico-experimental, es necesario incrementar el número de estudios en isquemia cerebral que utilicen animales envejecidos.
Para garantizar esto, los estudios necesitan documentar el proceso de envejecimiento, evaluar el efecto de la edad en los modelos animales y crear o adaptar las pruebas funcionales para animales envejecidos. Es imperativo incluir animales envejecidos en los modelos preclínicos, especialmente en aquellos que estudian enfermedades con una mayor prevalencia en los pacientes adultos mayores, como lo es la isquemia cerebral. Respondiendo a esta necesidad de contar con mejores modelos animales en el estudio de la isquemia cerebral, adaptamos un modelo de isquemia cerebral y sus métodos de evaluación para su uso en animales envejecidos. De esta manera se establecen las bases para una mejor transferencia de conocimiento