En su combate radical contra la dialéctica hegeliana-marxiana, la crítica genealógica- deconstructivista llevó hasta sus últimas consecuencias la demolición de ideas tales como verdad, historia, razón, etc. Así, pretendiendo haber resuelto dichos problemas mediante el sencillo trámite del "asesinato" (recordemos que la "era post" se vanaglorió por haber "acabado" con el hombre, el sujeto, los relatos emancipatorios, etc.), contribuyó a disolver el espesor trágico de un conflicto latente aunque disimulado (operación que, paradójicamente, le imputaba a la dialéctica). La filosofía de Adorno nos brinda el aliento necesario para insistir con la pertinencia de ciertos fundamentos ("momentos de verdad") allí donde sólo parecía quedar lugar para las múltiples perspectivas; para reinstalar el conflicto en ese preciso escenario que creímos (des)habitado por el más absoluto vacío; para volver a pensar como problemas aquellas eternas cuestiones (el orden, la violencia, la historia, la verdad, la política, etc.) que creímos haber superado mágicamente; para vislumbrar el agonismo trágico en el (impolítico) horizonte de la huida, el exilio y el intransigente nomadismoJornadas realizadas junto con el I Encuentro Latinoamericano de Metodología de las Ciencias Sociales.Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educació