Textos: Nota sobre Christopher Dawson

Abstract

El filósofo de la cultura e historiador Christopher Dawson nació en Wye Valley (frontera de Gales) en 1889. Hizo estudios en Winchester y el Trinity College, de Oxford. Su carrera universitaria, como profesor, conferenciante e investigador, se ha desarrollado principalmente en el University College, de Exeter, y en las Universidades de Liverpool, Edimburgo, etc. Son célebres los cursos que ha dado sobre historia de la cultura y teología natural, acogiéndose a la invitación de los círculos intelectuales escoceses e ingleses (por ejemplo, su colaboración en las “Gifford Lectures” ). A los veinticinco años Mr. Dawson abrazó la fe católica, después de una fecunda crisis espiritual cuyos frutos no tardaron en presentarse: trátese de ensayos y cuadros históricos de conjunto, muy lúcidos, penetrantes, en los que su autor muestra las íntimas relaciones entre fe cristiana y civilización, así como los nexos que universalmente ligan toda creación humana al factor religioso, especialmente en las culturas orientales *. Dawson es, sin duda alguna, el pensador católico de habla inglesa más sagaz y ponderado. Sus reflexiones en tomo a la crisis presente del mundo occidental, de su amada Europa, figuran ya al lado de páginas clásicas en filosofía de la historia: junto a Spengler, Huizinga, Toynbee, Hazard, Jaspers o Lówith, salvando, claro está, las distancias ideológicas y de método que los separan. Christopher Dawson tiene sesenta y nueve años, pero mentalmente se conserva joven, ‘en forma’ y atento siempre al latido de la historia, sea remota o próxima. Vive polarizado, sin embargo, en la contemplación de un ayer grandioso, de una edad orgánica estructurada sobre firmes bases morales, diáfana y bella: el Medioevo. Nadie como él ha logrado plasmar una imagen de aquellas centurias más objetiva y apasionante, sin caer —es necesario subrayarlo— en trasnochadas apologías románticas, influidas por inactuales confesionalismos historiográficos, que él censura con severidad2; pero esforzándose, y lográndolo, en hacer simpática la Edad cristiana por excelencia. Dawson es uno de los pocos filósofos de la cultura inmersos en el presente, en su “circunstancia” : nos descubre las raíces que nutren el ya venerable árbol, tan frondoso, de nuestra cultura occidental, y dirige sus miradas escudriñadoras a un pretérito caducado históricamente, aunque todavía vivo, actuante en orden a los principios rectores. Sin negar las infinitas posibilidades del presente, afirma, pues, Dawson la vigencia de principios cuya eficacia en el pasado, cuando Europa se hacía y maduraba, puede manifestarse aún

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