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Hacia una nueva Alianza Atlántica

Abstract

El 60º aniversario de la firma del Tratado de Washington ofrece una excelente ocasión para repasar la trayectoria de la Alianza Atlántica y plantearse cuál puede ser su futuro. Durante los más de 40 años que duró la Guerra Fría, la Alianza Atlántica cumplió perfectamente el papel para el que fue creada: mantener unidos a sus miembros ante la amenaza que compartían y ejercer una disuasión efectiva contra cualquier agresión sobre su territorio. En ese período, la evidente preeminencia de EEUU sobre el resto de los aliados se justificó por la cantidad y calidad de su aportación militar al esfuerzo común y, en especial, por su capacidad de disuasión nuclear estratégica. Pero esta situación ha cambiado drásticamente desde la disolución del Pacto de Varsovia y de la Unión Soviética en 1991. La amenaza de una guerra de alta intensidad en el continente europeo ha desaparecido y no se ve ningún poder hostil emergente del que la UE no pudiera defenderse, si tuviera las estructuras y la voluntad necesarias. Este ARI estudia la evolución de la Alianza Atlántica desde su creación, su ampliación a nuevos miembros, las operaciones en los Balcanes y Afganistán y las relaciones con Rusia y con la UE. En opinión del autor, la Alianza Atlántica no se ha adaptado suficientemente a las nuevas realidades y todavía continúa teniendo una estructura de mandos y fuerzas y unos procesos de decisión más adaptados a la Guerra Fría que a los escenarios estratégicos actuales. La OTAN, tal como fue concebida en los años 50 para defenderse de una amenaza muy concreta, ya no es un instrumento válido para hacer frente a los riesgos dispersos y de diversa naturaleza a los que se enfrentan los aliados, ni corresponde a la relación de fuerzas e intereses de sus miembros, por lo que debe someterse a una profunda revisión

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