research

Por qué debería reformarse la Nueva Agenda Transatlántica, y por qué no se reformará

Abstract

La Nueva Agenda Transatlántica (NTA) fue creada en 1995 con el objetivo de reducir las tensiones transatlánticas. Diez años más tarde, se han multiplicado los conflictos entre EEUU y Europa y las relaciones transatlánticas se encuentran en su peor momento desde 1945. Tras la creación de la Unión Europea en noviembre de 1993, se fundó la Nueva Agenda Transatlántica (New Transatlantic Agenda, NTA) en la Cumbre UE-EEUU celebrada en Madrid en diciembre de 1995, para establecer un vínculo estructural básico entre Washington y Bruselas. Junto con la Asociación Económica Transatlántica de 1998 (Transatlantic Economic Partnership, TEP), la NTA ofrece un amplio y complejo marco institucional de alto nivel para gestionar las diferencias transatlánticas. De hecho, la NTA ha desempeñado un papel clave a la hora de moderar las tensiones transatlánticas, especialmente las de carácter económico y comercial. Pero las polémicas transatlánticas más enconadas vienen dadas por políticas de alto nivel como el uso de la fuerza y cuestiones en torno al orden mundial. Resulta paradójico que estas cuestiones también sean motivo de discrepancia en el propio seno de Europa. La consiguiente incapacidad de la UE de tener un criterio único en política exterior ha hecho que la NTA resulte inadecuada para afrontar los principales desafíos a los que está expuesta la relación transatlántica. De hecho, en la medida en que permanezca incierto el futuro de la Constitución europea, y con ella el futuro rumbo de la integración europea, seguirá faltando un consenso político transatlántico sobre cómo reformar la NTA. Ello implica que el principal papel de la NTA en un futuro próximo seguirá siendo el mismo que ha mantenido desde su fundación hace una década: impedir el estallido de una guerra comercial transatlántica

    Similar works