La visión integral de una estructura pasa por reconocer y comprender que ésta sufre
durante su construcción, vida útil y desmantelamiento cambios en las condiciones de vinculación,
configuración de la sección resistente, aparición de nuevas cargas y materiales... Todo ello
complica el cálculo y el análsis de la misma, más aún cuando se consideran los fenómenos
diferidos que pueden sufrir materiales como el hormigón y el acero activo así como sus no
linealidades. De este modo, el correcto estudio de las estructuras debe abarcar desde su
comportamiento a temprana edad hasta su ruina.
El análisis en servicio y rotura de las estructuras pasa por el cumplimiento de una serie de
recomendaciones recogidas en los códigos actuales sancionados por la práctica. En éstos se hallan
los modelos y bases de cálculo necesarios para abordar el problema, no obstante, en muchos casos
debe simplificarse enormemente el análsis para poderlo materializar. Consecuentemente, deben
eludirse algunos de los principales fenómenos y utilizar modelos que no contemplan lo que
realmente sucede y, por lo tanto, debe acudirse al uso de coeficientes de seguridad para el
cumplimiento de los requisitos mínimos. No obstante, en numerosas ocasiones, esta estrategia no
conduce a soluciones óptimas desde el punto de vista económico porque estos modelos de cálculo
simplificados no permiten el máximo rendimiento del material ni reflejan la realidad de un
problema tan complejo. En estos casos se recomienda acudir a esquemas de cálculo y modelos más
sofisticados dirigidos al empleo de ordenadores y que contemplen la problemática de forma más
fidedigna a la realidad. Hay diversas alternativas: el método del coeficiente de envejecimiento, el
de las j’s..., entre éstas los métodos paso a paso son los más generales y los que se reservan para
los problemas de mayor envergadura