Cuando el viento es moderado o fuerte, puede
levantar grandes masas de polvo y arena procedentes
de suelos secos y desnudos e incorporarlas a la
circulación atmosférica. Las partículas de menor
tamaño pueden viajar durante varios días hasta
distancias de centenares o millares de kilómetros
antes de ser depositadas nuevamente sobre el suelo.
Para países situados en zonas áridas o a sotavento de
las mismas, el polvo atmosférico supone una grave
amenaza para el medio ambiente, la salud humana y
la economía. Además, la interacción del polvo con
procesos atmosféricos como la radiación o la
microfísica de nubes hace imprescindible su
incorporación tanto a los modelos climáticos como a
los de predicción numérica del tiempo.Postprint (published version