En los últimos años las Universidades han experimentado importantes cambios en el modelo existente, con motivo del marco definido por Bolonia. Este artículo pone de manifiesto la necesidad de un cambio en el proceso de evaluación, debido a la entrada de un nuevo elemento: las competencias (preestablecidas) que el estudiante debe adquirir a lo largo del proceso de formación. La evaluación de las mismas supondrá un cambio en la concepción clásica basada en una evaluación final y centrada en un mero examen del resultado obtenido. Por el contrario, la evaluación se convierte, a partir de ahora, en un proceso continuo que facilitará al docente información permanente sobre la progresión del alumno