Arte, belleza, realidad. A partir de la confesión de Freud según la qual el psicoanálisis no tenía nada que decir de la belleza (El malestar en la cultura), el autor se pregunta si semejante confesión se confirma realmente en los textos o si, por el contrario, es posible rastrear en ellos algunas ideas acerca del problema. Quizá sea posible encontrar un (origen), de la idea de belleza en una atracción sexual posteriormente desviada de su cauce por efecto de la cultura (Kultur) en su sentido más general. La aparición de la (belleza) es tal vez el resultado de una progresiva espiritualización del objeto del deseo sexual al mismo tiempo que un efecto tranquilizador frente a una naturaleza cuyo poder es siempre amenazante para el hombre. Al fin y al cabo hay en el principio de la idea de bellesa un movimiento de repulsión, una sensación de asco. ¿Qué relación podemos encontrar entonces entre la teoría kantiana de lo bello y las observaciones que hace Freud al mismo respecto? La atribución de bellesa encuentra su origen remoto en la atracción de los sexos.Art, beauty, reality. Taking as a departure a confession in which Freud warns us that psychoanalysis has nothing to say about beauty (Das Unbehagen in der Kultur), the author inquires whether such an avowal really confirms itself in Freudian writings, or whether, on the contrary, it is possible to trace there certain ideas about the problem. It would perhaps be possible to find an <<origin,) for the beauty idea in some kind of sexual attraction, which would later be deviated from its source as a result of culture (Kultur) in its general meaning. Beauty's appearance may be, perhaps, a result of a spiritual evolution of the object of sexual desire, and so at the time it is a calming effect vis-á-vis a nature whose power is always menacing for man. At least, in the origin of the idea of beauty there is a movement of refusal, a sensation of loathing. What relationship can we see between the Kantian theory on beauty and Freud's comments on the same matter? The attribution of beauty finds its remote origin in the attraction of the sexes