En este artículo se desgajan las unidades elementales que componen el imaginario culturalista difundido desde 1990 por Manuel Fraga, Presidente de la Xunta de Galicia prestando en primer lugar atención a sus dimensiones europeístas. Y puesto que este imaginario instituye a la cultura como el único referente colectivamente compartido, también se examina cómo logra suscitar adhesiones emotivas al mismo oscureciendo así los conflictos y contradicciones presentes en la sociedad gallega. A lo largo del texto se exponen las claves que han hecho posible el creciente recurso político a una visión primordialista de la cultura, tanto al nivel de las instituciones gallegas, como al de las de la Unión Europea (UE) para, acto seguido, considerar lo que acontece en Galicia