Abstract

En varios países de la región, los conflictos ambientales se acompañan de violentas violaciones a los derechos humanos, que en muy pocas ocasiones son judicializadas. Afortunadamente, puede decirse que en estos casos la situación argentina es comparativamente mejor que la de otros países de la región. Sin embargo, quiero llamar la atención para el hecho de que la diferencia es apenas de grado, ya que todos los elementos negativos, que suponen perspectivas de agresión a los derechos humanos de las denominadas poblaciones tradicionales están presentes y actuantes, aunque sea en régimen de baja intensidad. Y ello constituye una amenaza no apenas a la calidad de nuestra democracia, sino también pone a prueba nuestra capacidad de convivencia y de transformarnos en una sociedad justa, solidaria e incluyente

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