Las láminas anatómicas de De humani corporis fabrica libri septem de Andrés Vesalio constituyen el punto de partida de la anatomía moderna. A pesar de ello no se ha explicado con claridad la aparición de la iconografía renacentista en su obra, el por qué del nacimiento del libro, ni la influencia de los anatomistas de la época en su génesis. En este estudio se han analizado la biografía de Vesalio y los datos disponibles referentes a los anatomistas precedentes y a los diferentes actores implicados en la génesis de la Fabrica. Probablemente, y a diferencia del concepto mantenido por los historiadores de la medicina, los autores germánicos (Peyligk, Reisch, Brunschwig y von Gerdorff) ejercieron una poderosa influencia sobre Vesalio. La influencia de Berengario de Carpi -Commentaria (1521) e Isagogae (1522)- fue más importante que lo previamente reconocido por los historiadores. Muchos elementos característicos de la obra de Vesalio ya se esbozaban o se encontraban presentes en los libros de Berengario. La paralización judicial del libro de Charles Estienne, De corporis dissectione partium humanidades libri tres, proporcionó una ventaja estratégica a Vesalio, con lo que la transición hacia la iconografía moderna fue más abrupta de lo que hubiera sido si se hubiese publicado el libro de Estienne antes que la Fabrica. La labor de divulgación y compilación realizada por Walter Hermann Ryff junto con el plagio de las ilustraciones de las Tabulae supuso la confirmación para Vesalio de que una anatomía ilustrada suponía una oportunidad de negocio y de desarrollo profesional. Las motivaciones que probablemente puedan justificar que Vesalio acometiese su proyecto anatómico fueron el éxito comercial, académico y científico de las Tabulae, el avanze en los conocimientos (aspecto quizás sobrevalorado por los historiadores) y el deseo de proyección profesional de Vesalio. La autoría de las ilustraciones de la Fabrica continúa siendo fuente de controversias. No puede asumirse la asignación a Calcar basada únicamente en la atribución realizada por Vasari. Con toda probabilidad el propio Vesalio realizó la mayor parte de las ilustraciones menores. Probablemente las láminas musculares sean obra de un artista local, intuyéndose la mecánica de trabajo del taller de Tiziano. Aunque no se dispone de pruebas documentales, cobra fuerza la hipótesis de que Domenico de Campagnola participase en las láminas más complejas, lo que refuerza la hipótesis de la autoría compartida. La introducción de las ilustraciones anatómicas responde a una necesidad formativa, dadas las limitaciones de los estudios sobre el cadáver. La necesidad de completar con información gráfica los conocimientos anatómicos es una constante en los libros de la primera mitad del siglo XVI y se trata de una transición lógica desde los textos tardomedievales. Es una idea colectiva que se plantearon varios autores aunque Vesalio la desarrolló: la edición de un atlas anatómico. Si no lo publicaba él pronto lo haría otro anatomista. Si se tiene en cuenta la obra de los autores germánicos, la labor compilatoria de Ryff, y la paralización del libro de Estienne, la transición de la iconografía anatómica desde finales del siglo XV hasta 1543 fue mucho más pausada y escalonada de lo que generalmente se acepta. La característica diferencial del libro de Vesalio eran sus ilustraciones. Sin ellas la anatomía vesaliana escrita en un oscuro latín medieval hubiese caído en el olvido y su destino no hubiese sido diferente del de muchos otros libros de la época. Tras la experiencia de las Tabulae, Vesalio fue consciente del poder de la ilustración como hecho diferencial. Tuvo la intuición de dedicar todos sus esfuerzos a obtener unas ilustraciones impactantes y apostar por una iconografía inmejorable, comenzando con la elección del frontispicio. La polémica generada por su crítica al galenismo contribuyó al éxito del libro