Abstract

La educación contemporánea asiste a un agotamiento de ciertas formas y esquemas tradicionales y la educación musical no queda exenta de ello. Lejos de constituirse como un agregado superfluo a las vidas de quienes concurren a la escuela, la música se presenta como fuerte interpeladora de sus identidades. Identidades que están emergiendo desde un complejo entramado de tensiones con diversos actores sociales, institucionales y políticos. Si, al pensar en esta fragilidad de los esquemas tradicionales para enfrentar las realidades actuales centramos la atención en el Nivel Medio, encontraremos que, además, la adolescencia, tal como se la entendía hace tiempo, no existe. Aparecen “adolescencias” nuevas, constantemente reconfiguradas por el vértigo que plantea el imperio de lo inmediato, que se corren del lugar tipificado de lo contestatario para asumir una posición más participativa, más constructiva. ¿Qué pueden hacer las escuelas para aproximarse a un replanteo de aquellos esquemas tradicionales desde una perspectiva crítica que observe la complejidad de casos y escape a la aplicación de recetas estandarizadas? ¿Qué podemos aportar desde la clase de Música a esta empresa? ¿Hay aspectos de la clase de música “tradicional” que resulten aún funcionales a estos nuevos desafíos? ¿Qué propósitos, perspectivas y abordajes nos urge replantear? ¿Siguen siendo posibles esas viejas clases de Música “sin música ”, sin componente sonoro? ¿Qué lugar ocupan en la clase de Música de nuestros días la notación musical, la historia de la música y el canto colectivo como contenidos fundantes de la disciplina? ¿Propician las tecnologías nuevas maneras de encontrarnos con las músicas y los músicos en la clase? ¿Cómo configurar el escenario sonoro de nuestras clases? ¿Seguirá circulando el repertorio por caminos conocidos o se “embarrará” con los territorios musicales de los jóvenes? Son estas, algunas de las preguntas que han motivado el contenido de este libro

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